07 abril 2018

UNIFICACIÓN


Pasamos a ver la última de las Siete Llaves que guardan el tesoro escondido de la Consciencia del Ser. Después de haber tratado las seis primeras llaves, tres que podríamos considerar del lado interno como son la Certeza, la Coherencia y la Impecabilidad, y otras tres del lado externo, que son la Consideración, la Acción y la Ejecución, nos queda ahora la última llave que corona y sella la conexión con el Ser. Esta llave no es otra que la Unión o Unificación.

A estas alturas del camino, con el trabajo interior y exterior realizado para la consecución de todas las anteriores llaves, nos damos cuenta que todo ha sido una vuelta al origen, un ejercicio de recordar para vivenciar, de experimentar para plasmar, de volvernos a reencontrar con quien en el fondo somos y siempre fuimos, aunque por largo tiempo no supimos y solo actuábamos como un pálido reflejo de la luz de nuestro espíritu.

Genéricamente hablando, unificar es que varias cosas o personas distintas formen un todo y contribuyan a una causa común o hacer que varias cosas de la misma clase sean iguales y semejantes entre sí. En lo que a nosotros se refiere, la unificación consiste en reunir y orientar los distintos puntos de la esfera de consciencia que representan nuestros diferentes personalidades o yoes que miran hacia el exterior para que actúen como uno solo y al servicio del Ser.

El primer obstáculo a salvar es dejar de existir en la dualidad donde los opuestos se reemplazan e intercambian entre ellos favoreciendo la confusión y la manipulación de la realidad, para encontrar el equilibrio en la trialidad que armoniza y concilia los contrarios. Si todo lo vemos y percibimos en los términos de bien y mal, de blanco y negro o de ángeles y demonios solo estaremos percibiendo la vida y el universo desde dentro de la caja de nuestra mente. Incluso los parámetros de grande y pequeño, de macro y micro, solo son medidas que se utilizan para alejarnos de nuestra verdad, pues todo es fractal en el universo y la verdad más grande se encuentra en el corazón más pequeño así como el corazón más pequeño está contenido y palpita sincronizado al ritmo de la Creación. Todos tenemos acceso a esa verdad por pertenecer a la Esencia que nos da la Vida y a los principios que portamos como avatares del Ser.

Los nombres y las etiquetas mistifican el conocimiento desde el momento que tendemos a quedarnos con las etiquetas y no integramos el conocimiento que contiene. El continente es la vestidura, el contenido es el alma del conocimiento, y del alma se construye el Espíritu como cuerpo de expresión del Ser.

Aquel que se cree separado de los demás no vive la trialidad, quien se posiciona en un lado de los opuestos de la dualidad no puede vivir en el equilibrio de la tercera energía, aquel que se queda con la etiqueta y no integra el alma del conocimiento no crea su espíritu, sino que se fabrica un ego creído trascendido que termina sintiéndose superior a los demás por carecer de la humildad de reconocerse, en esencia, igual a su prójimo.

La fragmentación de la personalidad, los diferentes yoes de la consciencia artificial, se deben fusionar en un todo homogéneo para poder funcionar unificados en intención y propósito. Esto sería imposible sin haber formado previamente nuestro centro de gravedad que al ser alimentado en pensamiento, palabra y obra, toma la relevancia y el control de la personalidad virtual, pero ya no desde los deseos y los intereses del ego fragmentado, sino desde la necesidad y la voluntad del Ser con la tercera energía del Amor que une y equilibra los opuestos.

Cuando los yoes se han fusionado en uno solo, cuando la unificación se ha producido, la vida adquiere otro significado y la existencia un nuevo sentido, nos habremos convertido en alguien totalmente nuevo que ve a través de los ojos de la Consciencia del Ser. Se podría decir que hemos vuelto a nacer, pero nacer no de la carne, sino del Espíritu como cuerpo de enlace del Ser. Habremos dejado de ser una mera posibilidad para convertirnos en una particularidad que es parte activa y participa del propósito de la Creación, formando parte de la vida consciente del Universo.

Hasta aquí las Siete Llaves que hay que recorrer y encontrar para tener acceso al Tesoro guardado en nuestro interior. Ninguna llave es gratis, te la encuentras un día por la calle ni se puede regalar. Todas tienen que ser conseguidas por trabajo y esfuerzo interior, por merecimiento y no por petición. El que busca encuentra y el que encuentra debe accionar si quiere seguir encontrando.

Ángel Hidalgo



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