03 junio 2018

HUMANO Y HUMANIDAD. EL INDIVIDUO Y EL COLECTIVO


Obviamente, el colectivo es una extensión del individuo, así como la humanidad lo es también del ser humano. A muchos les gustaría que la sociedad cambiara, pero la sociedad está formada por la suma de las parte que la componen, que somos todos y cada uno de nosotros. Pensamos que la sociedad es la que nos hace ser como somos, por la educación, por la cultura, por las creencias, las costumbres y tradiciones... y hasta cierto punto es así, siempre y cuando adoptemos de forma mecánica e inconsciente los arquetipos que la forman y el sistema reinante. Pero siempre tenemos margen de maniobra para elegir, pues en última instancia somos nosotros como individuos los que decidimos lo que hacemos o dejamos de hacer.

No digo que seamos completamente libres, ya que esta cualidad implicaría poder hacer cualquier cosa conociendo todas las posibilidades y con total consciencia, pero sí tenemos la capacidad de, primero, cuestionar lo que hay, y segundo, elegir si hacer o no hacer lo que nos dicen aunque sea lo que haga la mayoría. Y no solo tenemos esa posibilidad de elección, sino también la de hacer lo que podamos para cambiar las cosas.

El sistema debe estar al servicio del individuo y no al revés. Si una cosa sirve y nos hace prosperar, se mantiene y protege, pero si algo nos limita, nos aprisiona y perjudica, simplemente no sirve, y por tanto, se debe cambiar. Todo cambio empieza por el individuo, y si tiene la suficiente fuerza, apoyo y respaldo, termina extendiéndose, trasladándose a todo el colectivo una vez alcanzada la proverbial masa crítica. Esto se entiende perfectamente, sin embargo a la hora de la verdad resulta muy difícil de aplicar, pues nos contentamos diciendo que nos gustaría que las cosas cambiaran, que estamos de acuerdo o no con esto o con aquello, que ojalá alguien haga algo... pero muy pocos son los que verdaderamente accionan al respecto y se convierten en precursores de dicho cambio.

Indudablemente no solo vale estar de acuerdo o no con una idea, pensar no nos compromete y hablar cuesta poco, pero accionar en consciencia y ser consecuente con lo que se piensa y dice, cuesta más. No todos están dispuestos a ser coherentes y responsables para llegar hasta las últimas consecuencia y como dice la máxima: “Para pasar del dicho al hecho, siempre hay un trecho”. No obstante, la única forma de cambiar algo es llevar a la acción lo que se piensa y siente. En la mente cualquier idea puede parecer fácil y sencilla, pero para que se plasme en lo físico necesita de la acción y finalmente de su correcta ejecución.

Hacer las mismas cosas nos lleva al mismo resultado, el cambio requiere de nuevas acciones. Al principio puede parecer difícil, pues hay que vencer la fuerza de la inercia que nos induce a seguir repitiendo lo mismo, vencer esa resistencia o fuerza de fricción que impide impulsar un nuevo movimiento. Pero luego, una vez conseguida la acción, solo necesita de una constancia para ser mantenida, ya que termina siendo incorporada como algo natural. Es más difícil mover una roca en estado de reposo, instalada, que mantenerla en movimiento una vez conseguido que se mueva.

La Nueva Humanidad no surgirá del conformismo, sino del arrojo y la acción de individuos que toman su responsabilidad actuando en consciencia. La Nueva Humanidad no surgirá del desencanto pasivo que sigue haciendo lo mismo que hacen los demás, sino del Humano consciente y libre que lucha por sus ideales y consigue romper sus cadenas. La Nueva Humanidad no surgirá de amorosas intenciones que se queda en buenos pensamientos y bonitas palabras, sino en la práctica y ejecución de sus más altos principios plasmados en actos.

El Humano con mayúsculas no será aquel que solo piensa en su interés y se desvive por cumplir sus deseos, sino el que actúa con consideración a su prójimo y se ocupa en cubrir las necesidades. No será quien mire únicamente por su propio bien y beneficio, sino quien anteponga el bien común al suyo propio y personal. Ni será el que todo lo acepta y acata, sino el que de forma continua revisa, comparte y mejora.

Cada individuo, cada humano que no se conforma y somete, sino que se cuestiona, se esfuerza y mejora a sí mismo y su entorno, es un paso ganado a la inconsciencia que se convierte en referente y faro de otros. Son los individuos los que forman el todo, es la suma de las partes las que suben el piso cuando van ganando con sus acciones terreno a la inconsciencia. Y no se debe subestimar cada paso dado como insignificante o que sea en balde, pues todo suma y revierte en el conjunto para alcanzar la masa crítica que deparará en la Nueva Humanidad. ¿Quién puede decir si acabar con una mentira o un simple acto ejecutado con generosidad y consciencia no será el detonante que pondrá en marcha las acciones en cadena que lo cambie todo?

Ángel Hidalgo



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