06 mayo 2018

LA MATRIX: DOSIS DE REALIDAD


Una Matrix o realidad virtual determinada necesita de sus propios proyectores que la sustenten, pues lo que llamamos realidad no es sino un número sinfín de variables contenidas dentro de unos parámetros que abarcan una ecuación de elección preñada de posibilidades. En esta realidad sus habitantes actúan como puntos de recepción/emisión de información y consciencia, y por tanto, son sus proyectores holocuánticos, que terminan definiendo lo que llamamos la Matrix que nos contiene y envuelve, convirtiéndose en la configuración colectiva establecida, unos paradigmas aceptados por la suma de los proyectores de la realidad, es decir, nosotros, con el compendio de nuestras creencias, opiniones, preconceptos, subjetividades, prejuicios, conformismo y aseveraciones.

La Matrix no existe porque las élites la fabricaron, sino porque nosotros la proyectamos y sostenemos con nuestros pensamientos, palabras y actos, pues somos los que finalmente le damos la sustancia y realidad. Ellos solo la diseñaron, pero luego necesitaron hacernos creer que era así, que la aceptemos e incorporemos, para que seamos sus proyectores a modo de fuente de alimentación, inconscientes y dormidos, habitantes de un sueño que construyen y promueven una fantasía colectiva que acaba siendo nuestra pesadilla particular.

La verdadera Realidad es mucho más, más amplia, más inabarcable, más sorprendente, más asombrosa, más repleta de posibilidades. Pero necesita de una nueva visión, de ver con ojos nuevos hasta dónde podemos llegar, necesita de una expansión de consciencia que traspase los límites impuestos, necesita de voluntad y osadía para en lugar de soñar atreverse a vivir según nuestros más altos principios y dictados del Ser.

La Realidad es una cosa y la Matrix es otra. La Matrix es el sucedáneo que hemos aceptado como nuestra realidad, cuando solo es una fabricación burda y acomodada proyectada por nuestras mentes inconscientes sometidas a la conveniente manipulación. Por ejemplo, la economía imperante necesita que nosotros la aceptemos y nos sometamos a ella, la religión igual, la política igual... y así todos y cada uno de los pilares que sostienen el sistema. Pilares que se apoyan unos a otros y juntos conforman la Matrix, esa falsa realidad que nos rodea y esclaviza, que nos hace trabajar para ella en beneficio de unos pocos elegidos.

En otras palabras, el sistema se alimenta de nosotros, lo sostenemos nosotros, lo perpetuamos nosotros, así que también lo podemos cambiar nosotros si dejamos de prestar nuestra necesaria ayuda y colaboración para su mantenimiento. Es por ello que esta Matrix tiene dos columnas fundamentales: la fabricación de unos paradigmas que debíamos aceptar y mantener, y la segunda es la fragmentación y la división de sus habitantes para que no podamos construir nada juntos, nada nuevo.

La primera ya sabemos cómo la consiguen, que es imponiendo unos cánones de conducta y patrones mediante la religión, la ciencia, la política, la economía, etc. La segunda es fomentando el ego a través del deseo para que siempre estemos fragmentados, divididos y enfrentados unos con otros. Y para ello cualquier cosa es válida, pues el fin es crear rivalidad y competitividad, promovidas con el fútbol, el feminismo y el machismo, los pobres contra ricos o los negros contra blancos. Da igual lo que sea, no importa tanto el medio mientras que se consiga el fin: que no exista unión ni propósito común, porque eso sería su perdición.

Pero esto no solo debe darse en el exterior, sino también en el interior, para que sea su reflejo. Por ello promueven el deseo y la fragmentación de la personalidad, donde solo nos movemos por intereses partidistas y no por colectividad, por competición de unos contra otros y no por la unión y el bien común que nos dignifica y nos hace mejores, por deseos del yo y no por la necesidad del Ser. El resultado es que logran socavar la integridad y la expansión de consciencia, pues no somos uno e individuales, sino legiones enfrentados unos con otros. Así que menos aún podemos aspirar a actuar como colectivo unido para romper las cadenas y crear algo juntos.

La consecuencia es que consiguen que seamos fácilmente manipulables y perdemos entidad, entidad como seres humanos, entidad como colectivo y entidad como humanidad. Es por ello que resulta tan difícil la convivencia entre nosotros, ponerse de acuerdo en una comunidad de vecinos o formar un frente unido para construir algo juntos. Ésta y no otra es nuestra mayor debilidad.

A pesar de todo, los seres que todavía conservan las virtudes que le son propias e inherentes a su condición humana están despertando, y aunque no sean tan visibles o apenas se les escuche en medio de tanto ruido ensordecedor, somos más de lo que parece, y la transformación hace tiempo que comenzó. Pero no se dejen engañar porque no salgamos a menudo en los medios de comunicación oficiales o seamos desconocidos a nivel mundial, pues estamos desperdigados por toda la Tierra, haciendo cada uno de que debe y en el medio que se desenvuelve.

¿Desperdigados? sí, pero no separados, pues estamos unidos por hilos invisibles que nos conecta en intención y propósito, agentes infiltrados en el sistema que, lo sepan o no, representan la consciencia en expansión de la humanidad y la creciente masa crítica que detonará la explosión de esta Matrix y dará paso al amanecer de una Nueva Humanidad.

Ángel Hidalgo



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