25 marzo 2018

ACCIÓN


Después de haber visto y alcanzado la cuarta llave, la siguiente llave que debemos encontrar es la de la Acción, pues ésta surge como consecuencia lógica y natural de la anterior, después de sentir y activar la Consideración externa hacia el prójimo.

Nos dice el diccionario de la RAE que accionar es "poner en funcionamiento un mecanismo o parte de él, dar movimiento", pero con esta definición podemos creer que cualquier acto o gesto que realizamos parece una acción, cuando generalmente y aunque nos pese, en la mayoría de los caso es una reacción.

Accionar es una de las cosas más difíciles, pues todos creemos y nos gusta pensar que accionamos, pero si metemos en la ecuación la consciencia, si hablamos de un Accionar consciente, entonces la cosa es bien distinta. La dura realidad es que la mayoría solo reaccionamos, bien por programación o como respuesta a nuestro ego, bien por nuestros arquetipos implantados o por nuestros deseos, pero pocos accionamos de forma consciente. Una acción consciente debe llevar como intención y propósito el cumplimiento de una necesidad, no la mera satisfacción de un deseo, y siempre teniendo en cuenta el respeto y la Consideración al prójimo.

Para ejercer una Acción lo primero es hacernos cargo de la responsabilidad de nuestros actos, mantener una coherencia entre pensamiento, palabra y obra, y seguidamente estar unido a la determinación o voluntad del espíritu de llevar a cabo la Acción de una necesidad. Una necesidad es muy diferente a un deseo. La necesidad es real, nace de lo que es justo y verdadero, y le pertenece al Ser; el deseo es ilusorio, nace de una apetencia y fantasía, y le pertenece al ego.

En verdad, si profundizamos nos daremos cuenta que la mayoría se mueve o actúa por miedo y por seguridad más que por una necesidad verdadera, pero dentro de su escenario mental, artificial y creado, piensa que acciona, cuando más bien reacciona en base a sus deseos y su programación buscando seguridad.

La inacción se sostiene y alimenta con la búsqueda de seguridad, por miedo a perder lo que tenemos, aunque sea poco, para permanecer y conservar nuestra zona de confort, nuestra tranquilidad. Así es como acabamos pidiendo más medidas restrictivas para ganar seguridad y lo único que conseguimos es perder libertad, es decir, que cedemos la libertad del Ser a cambio de la seguridad del ego. Esto lo saben bien quienes nos gobiernan, es por ello que alimentan el miedo y crean incertidumbre, para que temamos accionar perdiendo lo poco que tenemos, llevándonos a procurar nuestra seguridad en base a la apatía y la inactividad.

Podemos creer que con no quedarse callado, con hablar y opinar, con criticar y protestar, ya estamos accionando y nos podemos ir a casa tranquilos con el deber cumplido, aunque luego comprobemos que nada ha cambiado a nuestro alrededor. Tampoco la queja o la preocupación ayudan a solucionar los problemas y gastamos inútilmente nuestra energía. Solo las Acciones sirven. Accionar es cumplir y ejecutar los dictados del Ser sin que nada nos desvíe del camino elegido, pero actuando siempre con consciencia y consideración.

Tengamos en cuenta que solo a través de la Acción se puede cambiar esta realidad, pues es accionando como se plasma en la materia lo que el Espíritu contiene. El Amor y la Consideración necesitan de la acción consciente para manifestarse, pues de lo contrario es como la semilla que no crece, que se pudre y no germina. Sin la Acción no hay cambio, ni puede haber ejecución o unificación. Es la Acción de la consciencia la que transforma, dando nueva forma, a nuestro universo y realidad.

Ángel Hidalgo



17 marzo 2018

CONSIDERACIÓN


Siguiendo con las siete llaves y dentro de las virtudes Humanas, hoy veremos una fundamental, tan importante y representativa que podríamos decir sin temor a equivocarnos que es la cualidad que nos distingue a los Seres Humanos de los que no lo son. Me estoy refiriendo a la consideración externa hacia el prójimo, es decir, la capacidad de ponernos en el lugar del otro para tratar de entender y sentir lo que el otro piensa y siente.

Hasta ahora, hemos visto la importancia de la observación para el trabajo interior, hemos recorrido las tres primeras llaves de la certeza, la coherencia y la impecabilidad, una triada necesaria si queremos alcanzar el tesoro y la riqueza de la conexión con el Ser. Pero todo lo anterior podría carecer de sentido si no somos capaces de activar, sentir y ejercer la consideración y el respeto hacia los demás, porque esta consideración es la manifestación del Amor como energía integradora de nuestros distintos yoes para que puedan funcionar como uno solo dirigido por el Ser.

No debemos confundir la energía primordial del Amor con el romanticismo o la simple relación de pareja. La energía del Amor sobrepasa las fronteras de la mente, está más allá de lo que creemos o dejemos de creer, es la fuerza que sostiene al universo mismo, lo que lo mantiene unido y le da consistencia, lo que le da sentido a la Creación. Y esta energía se manifiesta en el Ser Humano como la consideración externa hacia el prójimo.

La consideración nos capacita para empatizar y respetar a los demás, así como al entorno en que vivimos, pues es el enlace, la conexión que tiende a unirlo todo llegando a entender y sentir a los demás tanto en su desdicha como en su felicidad, en su sufrimiento y su alegría, tanto en su pérdida y como en su necesidad.

No resulta difícil comprender que la desconsideración hacia el prójimo es una de las principales causas de nuestros males, de que no exista empatía ni Amor hacia los demás, porque cada cual va a lo suyo, demasiado ocupado en satisfacer sus deseos como para considerar a los otros, mucho menos ayudarlos y construir juntos. ¿Si no somos capaces de perdonar sus humanos errores, como vamos a ser capaces de perdonarnos a nosotros mismos? ¿Si no somos capaces de ponernos en su lugar, cómo vamos a siquiera entender lo que piensan o sienten? ¿y si no entendemos lo que piensan y sienten, cómo esperamos mejorar en lo personal y en lo colectivo?

La desconsideración se alimenta con la mentira, se propaga con el engaño y se manifiesta con la traición, terminando en una retroalimentación cuyo fruto es la división y la separación. En cambio la consideración hacia los demás hace posible que dejemos de mirarnos el ombligo para encontrar nuestra verdad que nos une, la realidad que nos conecta y la cooperación y la ayuda mutua que nos dignifica.

Todos los humanos tenemos dentro de sí el germen de la consideración hacia el prójimo, solo hay que encontrarlo y potenciarlo, libre de luces y de sombras, sin confundir la consideración con el sentimentalismo o la debilidad, sino que es una fuerza muy poderosa de cohesión cuando es usada de forma consciente. Es por ello que nos quieren divididos y fragmentados, porque la consideración nos une y fortalece, protege a los débiles, ayuda a los desfavorecidos y anima a construir juntos un mundo mejor para todos.

Es interesante observar que el total de las siete llaves está compuesto por una primera triada formada por la certeza-coherencia-impecabilidad, luego tenemos la consideración y a continuación otra triada formada por la acción-ejecución-unificación, siendo la consideración quien une y enlaza a las dos triadas para que puedan operar como un todo. No es por casualidad el lugar que ocupa, pues como hemos dicho la consideración es la manifestación del Amor expresándose como energía del espíritu en formación, contenedor de la Consciencia del Ser.

Ángel Hidalgo





11 marzo 2018

IMPECABILIDAD


Se define la impecabilidad como la cualidad de lo que es intachable, que no tiene defecto ni mancha; y como sinónimos tenemos: irreprochable, correcto, íntegro, intachable, impoluto o inmaculado. Pero no debemos confundir la impecabilidad con la perfección, que es una idea relativa, idealizada e inalcanzable, sino con la cualidad de lo que es justo y proporcionado, de lo que es correcto frente a lo que no lo es.

Ser impecable es saber manejarse en la vida de forma correcta y equilibrada, con la atención precisa en las cosas que son importantes al tiempo que se evita lo que es banal y superficial, aquello que supone un gasto inútil de energía o una distracción innecesaria. Como seres humanos contamos con una cantidad limitada de energía y tiempo, así que para ser impecables debemos aprender el manejo consciente de dichas energías, ya que nos va la vida en ello.

Lo cierto es que malgastamos energía con suma facilidad, con preocupaciones, con fascinaciones, con enfados, con distracciones, con vanidades y con todo tipo de excesos y desenfreno. Ser impecables conlleva el uso consciente de la atención y la observación, hablando cuando hay que hablar, escuchando cuando hay que escuchar y accionando cuando hay que accionar. Si hablamos y hablamos sin parar, si apenas escuchamos a los demás, si reaccionamos ante cualquier cosa y no accionamos cuando hay que accionar... ¿cómo podemos esperar entonces ser impecables?

Vivimos demasiado apegados a nuestras emociones y éstas nos sacan de nuestro centro o punto de quietud. Detrás de todo ello, lo que hay es una excesiva importancia personal que es la que se siente herida por la opinión y juicio de los demás. Lo mejor es no tomar las opiniones y juicios de los demás como algo personal, pues este mecanismo propicia que fácilmente nos sintamos ofendidos por lo que dicen o no dicen, por lo que hacen o dejan de hacer, produciendo un gasto inútil y continuo de energías de bajo octanaje.

Otro derivado de la importancia personal que resulta agotador, además de a todas luces ridículo y egocéntrico, es la necesidad que tiene el ego de llevar la razón, de quedar por encima, cuando lo mejor es aprender a escuchar, saber conectar y decir lo que se deba decir o hacer lo que se deba hacer, sin necesidad de buscar la aprobación de los demás.

El sabio manejo y uso adecuado de las energías nos vuelve impecables, siendo el arte de la observación necesario para el descubrimiento de nuestras debilidades y miserias, así como para descartar lo superfluo y prestar atención a lo importante. El desapego con la importancia personal nos evitará el malgasto de energía y tiempo, aportará sencillez y cultivará la humildad.

Es por ello que es preciso antes haber encontrado nuestra certeza que nos darán la confianza y la seguridad interior que necesitamos, no aquella que es buscada en la aprobación de los demás que nos hace dependientes y nos pone a su merced. También deberá estar acompañada por la coherencia entre pensamiento, palabra y obra, pues ésta es requisito indispensable para crear nuestro centro de gravedad y alcanzar la impecabilidad.

Si aspiramos a ser impecables, resulta fundamental haber creado nuestro propio centro de gravedad, nuestro punto de equilibrio que genera y atrae las circunstancias y personas que sirvan a nuestro propósito, pues de lo contrario seremos nosotros los atraídos por otros, sacados de nuestro centro y girando en su órbita perdiendo el norte que nos hace ser impecables. Aprender a vaciarnos de todo lo insustancial que nos rodea para generar nuestro propio espacio con aquello que surge del interior de forma espontánea y natural, es más que necesario para tener un centro de gravedad propio y equilibrado, sin el cual conseguir la impecabilidad se hace poco menos que imposible.

La impecabilidad también tiene íntima relación con hacernos responsables de nosotros mismos y dejar de culpar a otros de nuestra desdicha y miseria. Para ser impecables hay que asumir la responsabilidad que nos atañe a cada uno y no seguir eludiendo lo que solo nosotros podemos cambiar. El impecable se enfrenta a la realidad, sea cual sea, mientras que los otros prefieren ignorarla o esperar que se arregle sola. El impecable es fiel a su propósito y nada consigue sacarle del camino, mientras que a los otros cualquier distracción les desvía y cualquier camino les vale.

Está claro que la impecabilidad no se consigue de un día para otro, no nos acostamos un día y nos levantamos al siguiente siendo impecables, sino que cuesta mucho, es algo para ejercitar a diario. Pero cuando ya fuiste impecable te das cuenta de cuando no lo estás siendo porque algo no está afinado. Mientras más tiempo consigamos ser impecables menos espacio tendrán nuestras miserias y más afianzado estará nuestro espíritu para que la Consciencia del Ser pueda manifestarse.

Ángel Hidalgo



08 marzo 2018

PRESENTACIÓN DE "FORJANDO ESPÍRITU"

Tengo el gusto de comunicar la presentación de mi libro "Forjando Espíritu", que sale al mundo con vocación de ser otro instrumento para ayudar en la batalla, tanto individual como colectiva, de sumar en consciencia y ganar libertad.

Ya se encuentra disponible en Amazon y en pocos días estará en las librerías y otras modalidades.

Mi sincero agradecimiento a cuantos me animaron a escribirlo y a quienes de una u otra forma han colaborado en que sea una realidad.

Gracias por todo vuestro apoyo.



Presentación y ficha técnica:

Este libro es el resultado de un intenso trabajo interior y de años de investigación, estudio y experiencia en el campo del autoconocimiento y la consciencia, donde se comparte los frutos recogidos en los que cada uno pueda verse reflejado y sirva para su propio camino de superación. Sin complicadas fórmulas ni complejidades para elegidos, pone al alcance del lector las simientes para bucear dentro de sí y encontrar sus certezas que darán paso a la coherencia entre pensamiento, palabra y obra, base de la construcción del espíritu. Con un lenguaje claro, directo y asequible, inclusive a través de la poesía, nos adentra en la alquimia de energías para forjar el espíritu que abre paso a la expresión del Ser que en el fondo somos.

Forjando Espíritu” nos propone un viaje al interior de sí mismo con el propósito de descubrimiento y de expansión de consciencia, donde es preciso vaciar la copa de tanto condicionamiento adquirido para volverla a llenar de aquello que en conciencia elegimos como útil y valedero, con las virtudes del Humano. Por último, nos adentra en el trabajo de integración para que podamos funcionar como un todo unido y sin divisiones, sin intereses contrarios ni falsas ilusiones, equilibrando lo interno que sentimos con lo externo que experimentamos.

Ángel Hidalgo

Ficha Técnica
Autor: Ángel Hidalgo
Formato: 13×21, Rustica, 188 páginas.
ISBN: 978-84-946612-1-1


Disponible en Amazon  Aquí


03 marzo 2018

COHERENCIA


Después de haber alcanzado nuestra certeza como fruto del inicio de nuestro trabajo en la expansión de consciencia, continuamos nuestro camino hacia la segunda llave que nos conducirá al encuentro del tesoro que habita en nuestro interior. Si existe algo realmente importante para la expansión de consciencia, algún requisito indispensable, esa cualidad sin la cual es imposible avanzar, es la coherencia. Mucho se habla de ella, todos la reconocen como una virtud, a todos les gusta, todos la admiran, se nos llena la boca al hablar de coherencia, pero pocos la consiguen y menos aún son quienes logran mantenerla.

Ahora bien, ¿en qué consiste la coherencia? pues en algo tan sencillo como decir lo mismo que se piensa y hacer lo mismo que se habla, es decir, mantener la misma intención y propósito en pensamiento, palabra y obra, no borrando con el codo lo que se escribe con la mano. Solo que esto, que dicho así parece fácil, puede resultar lo más difícil del mundo, no porque no lo queramos sino porque estamos fragmentados en multitud de yoes distintos, cada cual con sus propios intereses, de manera que lo que piensa y quiere uno nada le importa al otro, y lo que quiere este otro tampoco le interesa a los demás.

Conseguir la coherencia es un ejercicio de integridad donde las energías se concentran, los yoes se callan y el ego se pone al servicio de la consciencia y la voluntad. De lo contrario seremos los mismos títeres manejados por nuestro ego, corriendo de aquí para allá, pensando ahora una cosa, después diciendo otra y mañana haciendo otra bien distinta. Todo depende del yo de turno que se ponga al mando y el interés que persiga para que vayamos detrás de sus lucecitas de colores, boicoteándonos a nosotros mismos a cada paso.

Continuamente empezamos octavas proyectivas, abrigamos nuevas intenciones y emprendemos nuevos proyectos o propósitos, pero muy pocos son los que finalizamos, precisamente porque no logramos mantener la coherencia. Cuando pensamos podemos verlo todo muy claro y no tener dudas de lo que queremos, pero al traducirlo a palabras y hablar de ello con los demás podemos observar que suele perder alguna nota o semitono, y cuando pasamos a la obra aún difiere de lo hablado y mucho más de lo pensado.

Lo que en un principio podía ser una idea clara y definida en nuestros pensamientos (plano mental), comienza a perder fuerza y dirección al pasar por el punto de inflexión de la palabra (plano etérico), y nuevamente lo sufre por el punto de salto al pasar a la obra y los hechos (plano físico). La única manera de evitar esto es a través de la coherencia, manteniendo la misma para no desviar la intención inicial y el propósito final. De no ser así, nada conseguimos, pues comenzamos octavas proyectivas con intenciones y deseos que nunca llegan a buen puerto, que se desvanecen al poco de empezar o que fácilmente se desvían para terminar haciendo otra cosa bien distinta.

Sin coherencia no hay nada, ningún avance verdadero, ninguna responsabilidad que seamos capaces de asumir con garantías, ningún crecimiento que permita a la consciencia expandir y cristalizar. La coherencia es un adhesivo que nos permite funcionar como una sola pieza, unificando lo que antes estaba dividido y fragmentado, es la integración que posibilita que actuemos como un todo en la suma de las partes.

El rumbo de nuestra existencia se podría resumir en la triada intención-propósito-voluntad, y ésta es imposible de mantener sin debida coherencia entre pensamiento, palabra y obra.

Cuando logramos ser coherentes no solo estaremos más capacitados para llevar a cabo nuestros objetivos al mantener la dirección y el rumbo que nos marcamos, sino que supone un ahorro de energía y un manejo consciente de la misma para ser usada con propósito y responsabilidad. La coherencia unifica, es integradora, nos hace dignos de confianza y fiabilidad, nos confiere una existencia más auténtica y real para dejar de ser una probabilidad y reconocernos como particularidad.

Sin duda esta segunda llave es otro material necesario para la consciencia en la construcción del Espíritu, el cuerpo de enlace que expresa al Ser que en el fondo Somos. La coherencia resulta indispensable como paso previo a la impecabilidad que nos vuelva a conectar con lo que perdimos pero podemos llegar a ser: verdaderos Seres Humanos, libres y justos con nosotros mismos y los demás.

Ángel Hidalgo