Uno
de los peligros de hablar del futuro y la Nueva Humanidad es pensar
que todo pasará en algún día lejano, que no seamos capaces de
sentirlo ahora y lo tomemos como una posibilidad remota que puede
gustar o no gustar, creer o no creer, pero que terminamos dejando en
el fondo de un cajón mientras seguimos con nuestra rutinaria
existencia, haciendo lo mismo que ayer y sin que nunca pase nada. No
nos damos cuenta que el futuro es tan improbable como nosotros
queramos y tan posible como lo decidamos, y que si todo nos parece
que sigue igual es porque nosotros lo permitimos.
Todo
futuro probable, desde el más bueno hasta el más malo, está
contenido en cada uno de nosotros, aquí y ahora, en cada elección,
decisión y acción que tomamos, y solo necesita ser proyectado para
que se convierta en realidad. De nosotros depende lo que decidamos
manifestar, pues lo que nos cuesta entender es que ese futuro no es
algo que está viniendo hacia nosotros y solo hay que sentarse a
esperar, sino que es una simiente de posibilidades a plantar, regar,
abonar y permitir crecer para construir lo que queramos dentro de
nuestro gran potencial y genuina Humanidad.
Lo
que no cabe duda es que cada uno vive en su propio universo, de
acuerdo a sus pensamientos, ideas y creencias a las que da cabida y
alimenta. Quien piensa en negativo todo lo verá negativo, con
resignación, y quien piensa en positivo podrá cimentar y construir
lo positivo, es una simple cuestión del principio de afinidad que
nos dice que lo semejante se atrae y que los opuestos se repelen.
Claro
que no se trata de dejar de ver y percibir toda las miserias que
tenemos y existen a nuestro alrededor, pero tampoco hay que dejarse
abatir por ellas con derrotismo, sino que las miserias hay que
convertirlas en acicates para la lucha y el cambio, otorgándonos la
facultad de crecer y evolucionar, de mejorar tomando las decisiones
adecuadas y emprendiendo las acciones precisas para trascender y
superar las dificultades.
Igual
pasa en lo colectivo, ya que si suficientes humanos piensan, demandan
y accionan en pos de un mundo mejor, éste terminará manifestándose
más tarde o más temprano, pues la maldad no prevalece porque los
que la ejercen son mayoría, sino porque otros muchos lo permiten.
Entonces
la pregunta que tantas veces se hace es ¿cuándo ocurría el Evento
que dará paso a ese futuro de la Humanidad? Y la respuesta es bien
sencilla: cuando la humanidad accione. Es así de simple y claro,
porque ya se están dando todas las condiciones para el cambio de
humanidad se produzca, tanto en frecuencia, energía y vibración,
hasta la tecnología disponible sumaría en ese proceso si se utiliza
con consciencia y responsabilidad. Lo único que falta es que el ser
humano decida dar el paso, tome las riendas de su existencia y
accione para liberarse de sus cadenas. ¡Qué ironía! Lo único que
falta es que el esclavo quiera ser liberado.
La
Línea Temporal 42 de la Nueva Humanidad será una realidad sí o sí,
pero las preguntas que debemos hacernos son otras: ¿estoy en
consonancia con dicha línea o mi realidad es otra? ¿He decidido y
estoy tomando acción por la Línea de la Humanidad o me he quedado
anclado en otra línea menos que humana por desidia y conformismo?
¿Seré un cosechado de los demonios o lucho a diario por mi
soberanía y libertad? ¿Todavía espero que alguien me salve o me
esfuerzo por mi liberación? ¿Mi pertenencia es hacia una Humanidad
verdadera, libre y justa o hacia el sistema que quieren imponerme?
¿Estoy colaborando con esa Humanidad o soy un simple espectador que
espera que alguien se acuerde de él y lo recoja? ¿Soy parte de este
viaje remando en la dirección correcta o soy un peso muerto, un
pasajero dormido que ni sabe a dónde va?
Y
aquí viene la pregunta de siempre: ¿qué tengo que hacer? Pues si
todavía no se encuentra la respuesta, es que nunca se ha buscado de
verdad. Tampoco las justificaciones mentales sirven cuando el corazón
lo grita y solo tienes que escuchar. Puedes seguir dudando y existir
sin más o puedes mirar dentro de ti, sentirte, reconocerte, y
empezar a Vivir. El futuro empieza ahora.
Ángel
Hidalgo