Desde
pequeños crecimos influenciados por el miedo. Nos decían lo que se
podía o no se podía hacer, tocar, mirar, decir, sentir o pensar, a
menudo bajo la consigna y amenaza de que nos podía pasar algo malo
si no hacemos caso, si no obedecemos.
Así
fuimos creciendo coartados con las normas de la moral, de lo
políticamente correcto, de lo socialmente aceptado, cuando
inconscientemente buscábamos reconocimiento y aceptación de los
demás. El miedo entonces infectó todo nuestro sistema por el temor
al rechazo, a la burla o a las consecuencia de incumplir las normas.
Todos
hemos sentido miedo alguna vez y sabemos como nos resta energía, lo
pasamos mal, nos sentimos incapaces de la acción necesaria para
saltar obstáculos, para superar problemas, para trascender nuestras
limitaciones. El miedo nos incapacita, nos inmoviliza, nos somete a
un estado de apocamiento donde aceptamos el rol de víctimas, de
ovejas obedientes temerosas de salirse del rebaño.
Por
esta razón el sistema actual promueve el estado del miedo, lo
propaga, lo alimenta, lo perpetúa y difunden con sus medios de
comunicación, sus crisis, sus guerras, sus políticas y sus
enfermedades, que terminamos haciendo nuestras.
Nos
dividen para que no podamos construir nada juntos, nos encapsulan
para que estemos aislados del resto por nuestros miedos, nos
programan con falsos preceptos de libertad y de justicia, y nos dan
píldoras de entretenimiento para anestesiar el dolor de la soledad y
la incomprensión, con la televisión, con las modas, con el fútbol,
con el sexo, con las drogas y con películas de violencia, de
romanticismo y de futuros de guerras y galaxias lejanas.
Quien
haya podido experimentar un atisbo del verdadero Amor, aunque sea a
su propio hijo, sabe lo que se siente cuando se antepone el bien de
los demás al de uno mismo, como dar, ayudar y compartir se convierte
en satisfacción y alegría; sabe que esa energía te llena por
entero y se desborda queriendo abarcarlo todo, te sientes más
fuerte, más capaz de grandes acciones que hasta a ti te sorprenden.
Recuerdo
que alguien que era padre por primera vez se preguntaba cómo hacer
para criar lo mejor posible a su hijo, qué darle, cómo atenderle,
para que creciera sano y feliz. Entonces alguien, su propia madre, le
dijo que no se complicara, que no pensara en juguetes y comodidades,
que los hijos se crían con Amor.
El
miedo es el agente más eficaz que nos divide y destruye, pues lo más
digno y preciado que posee el ser humano es su contrario, es el Amor
verdadero, es nuestra capacidad de sentir lo que siente el otro, es
la ayuda y la cooperación mutua, es el Espíritu colectivo que reúne
la fuerza para traspasar las fronteras y forjarse su propio camino
como Humanidad libre, justa y verdadera.
Es
el miedo la raíz de todo, porque… ¿como alguien que vive en el
miedo y en la indefensión puede amar a los demás, si ni siquiera se
ama a sí mismo?… Para amarnos tenemos que perdonarnos por nuestra
inconsciencia y afrontar la existencia siendo íntegros y coherentes,
de acuerdo a nuestros ideales, con respeto a nuestros principios y
valores, de libertad, de paz y de justicia. Solo así podemos
respetarnos y amarnos a nosotros mismos, viviendo fuera del miedo,
para poder amar a los demás y dejar de ser simples marionetas
manipuladas, apocadas y miedosas, para forjar el mundo que queremos,
el que nos habremos merecido.
Si
hay algún termómetro capaz de definir lo que significa “Humanidad”,
es la capacidad de amar a sus semejantes, pues quien ama sabe ponerse
en su lugar, le respeta, y le tiene la necesaria consideración para
no desearle ningún mal. Antes bien, le comprende, empatiza con él,
y procura su bienestar, pues sabe, en lo profundo del corazón, que
su propio bien es el de bien de todos y que el bien de todos es
también el suyo.
Ángel Hidalgo
Gracias ❤
ResponderEliminarAcabo de releer y compartir el articulo sobre el poder que tenemos nosotros mismos, y que nadie nos confiere, que está en la conciencia y en el Ser...de la mano de este articulo, este sobre el miedo...y pienso en todo lo que los medios muestran actualmente, de manera exacerbada, y cómo nos alejan de esta idea de poder, del poder de uno mismo...gracias nuevamente, sigo compartiendo en línea con este momento social tan propicio para elevarnos un poquito y ver desde otro lugar.
ResponderEliminarGracias Angel , tal cual brazo
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