27 junio 2019

EL REGRESO - CONTACTO


Siempre estuve ahí, a tu lado, aunque tú no lo supieras. Y mientras jugabas, experimentabas y te caías, yo lo hacía contigo, esperando que crecieras y te acordaras de mí.


Soy el misterio que habita en tu interior
detrás de lo que piensas y sientes,
soy la fina lluvia, la brisa y el calor
que acude en tus momentos silentes.

Soy el oculto pero presente morador
de toda causa y efecto cualquiera,
me hallarás en el tenue resplandor
que se desprende de toda quimera.

Soy el acertijo que habita cada ecuación
esperando la incógnita ser despejada,
encontrada la llave de su prisión
para inundar la consciencia alada.

Soy el enigma que es silencio y clamor
cantando incesante a la existencia,
armonía de notas, perfume y color
compartiendo juntos la experiencia.

Soy el secreto desvelado en la flor
que se muestra en toda su belleza,
sin recato, sin ningún rubor,
cuando ha descubierto su naturaleza.

Soy simple, sencillo, sin complicación,
pues aun en la noche estrellada
te muestro mi luz como gran mansión
por donde caminas de mi mano agarrada.


Cuando al fin puedes verme y sentirme, cuando me devuelves la mirada, se disuelven las sombras que nos separa y un espejo limpio te muestra el reflejo de tu nítida realidad. Y un fuego prende en tu alma que nadie podrá sofocar. Es la llama que purifica, es el Espíritu vivificador.


En el crepitar de llamas azuladas,
entre un fuego impoluto y redentor,
arden las sombras furtivas, taimadas,
alumbrando un cielo renovador.

Antes quité de mi estancia el florero
que adornaba el espacio interior,
solté el jarrón, bonito, pero traicionero,
y salí a la pradera donde habita el verdor.

No soy del negro o el blanco,
tampoco el gris es mi color,
pues todo el saber que arranco
antes que fruto fue flor.

Prefiero el cielo abierto y azul,
que morar en la cueva del temor,
prefiero ser el prófugo del baúl
que ser de la ceguera su defensor.

En el crepitar de llamas azuladas,
entre un fuego impoluto y redentor,
arden las sombras furtivas, taimadas,
alumbrando un cielo renovador.


Ahora estaremos juntos, pero queda mucho por hacer, pues mientras haya sufrimiento y dolor nuestra tarea no habrá terminado. Y para eso debes convertirte en un Guerrero... como lo hiciste para llegar a mí.

Ten cuidado en la batalla, que no te domine la locura de la guerra. Sé vigoroso pero prudente, sé valiente y precavido, sé implacable pero justo. Forja tu espada afilada, pero también tu escudo.

Un verdadero guerrero no es quien mejor mata, sino el que mejor construye; no es quien se cree más fuerte, sino quien nunca se rinde; no es quien más golpea, sino quien lucha con honor. Un verdadero guerrero tiene el Amor como guía, es protector de los débiles y guardián de los humildes, su lucha es por la Paz, su guerra es por la Verdad y su cruzada por la Libertad.


Caminan los Guerreros con paso firme y decidido
por regiones inhóspitas llenas de oscuridad.
Las miradas al frente, los corazones encendidos,
y en el puño espadas forjadas con su Voluntad.
A su paso, bestias y alimañas de toda ralea
pretenden su camino frenar,
ejércitos de odio, de vicio y de pelea,
que van cayendo sin cesar.
Tras de sí, la tierra yerma cobra vida
y flores anuncian la prosperidad.
La música que callaba dormida,
entona cánticos de Libertad.
Cada uno, un Caballero de la Luz,
con valor y coraje indiscutible,
juntos un Espíritu de infinitud,
que avanza de forma invencible.
Caminan los Guerreros con paso firme y decidido
por regiones inhóspitas llenas de oscuridad.
Las miradas al frente, los corazones encendidos,
y en el puño espadas forjadas con su Voluntad.