13 octubre 2018

El Gran Evento


Ante la inmensidad del universo este planeta viene a ser como una mota de polvo suspendida en el espacio, algo minúsculo e insignificante si atendemos a su tamaño y proporción dentro incluso de la galaxia, pero vista más de cerca es una joya en orden a su posición, naturaleza y diversidad, un planeta cuyas condiciones de vida tan variadas y multifacéticas resultan difíciles de igualar.

En verdad que, como nave y hábitat para el desenvolvimiento de la vida, lo podríamos comparar con una preciosa esfera azul que acoge y contiene una gran reserva multiespecies que evolucionan y cohabitan entre sí. Y en ella se encuentra el ser humano, supuesto guardián del planeta y representante de la especie más evolucionada que alberga la consciencia, dudoso honor y responsabilidad que aún hoy tiene la gloria de ostentar, aunque pocas veces de merecer.

Hay quienes piensan que el ser humano es así y que la historia está llena de ejemplos de su maldad, de su afán conquistador y dominante, de su naturaleza belicosa, ambiciosa y competitiva; pero lo cierto es que esa no es su naturaleza, sino que un sistema perverso y manipulador se ha encargado de establecer e inculcar desde su nacimiento unos cánones o patrones perniciosos para deformar y reconfigurar una existencia alejada de lo natural y controlada por unas élites ¿Pero qué se puede esperar de quienes no son humanos sino oscuras entidades que nos usan como esclavos productivos, como soldados y carne de cañón, como ganado que conducen al matadero?

El ser humano fue creado para la gloria, para manifestar la luz de su consciencia y como avatar del espíritu de su Ser. En su naturaleza original y primigenia, si tuviera la tierra fértil del genuino Amor y el abono del verdadero conocimiento, no cabe duda que convertiría todo cuanto toca en un paraíso de abundancia y prosperidad, con la ayuda mutua, con la empatía con su prójimo, con la cooperación en armonía y unión.

El ser humano fue creado para la grandeza de la Creación. Solo debe negar la sombra que lo envuelve y somete no escuchando sus mentiras, pero se dejo seducir por oscuras entidades con sutiles manipulaciones, se olvidó de su herencia y persiguió las ilusiones cual hijo pródigo que abandona su hogar. Ese fue su único pecado, no reclamar su derecho divino y dejarse embaucar. Pero en su interior, aún habita el germen de su gloriosa esencia, de su naturaleza divina y su potencial creador, pues la oscuridad tiene un límite fijado más allá del cual no puede pasar, porque no le será permitido. Y la luz se abre paso sin cesar en cada corazón y en cada estrella, con cada latido y respiración... Y llegará el Gran Evento.

Y este tiempo pasará, como pasa la tormenta, como pasan las nubes grises que impiden ver el sol, como pasa la noche oscura cuando despunta el alba, como pasan las pesadillas cuando canta el gallo del despertar... Pero este tiempo pasará.

Atrás quedarán las guerras, los engaños, robos y mentiras, el abuso, el maltrato y la manipulación. En el nuevo cielo resplandecerá la Verdad que se abrirá paso en nuestros corazones como una llama que todo lo consume. El cristal del entendimiento se limpiará para reflejar el conocimiento del pasado y la gloria del futuro construida en el presente, y una suave brisa se alzará anunciando el espíritu manifestado.

El control de miles de años caerá en un suspiro, como un castillo de naipes, como la torre fulminada por el rayo. Y en poco tiempo la Humanidad se levantará para asumir con responsabilidad su propósito y misión como depositarios de la Consciencia del SER, guardianes de Gea y protectores de la Vida.

Y el Humano quedará frente a su Humanidad. Y los recursos serán compartidos por todos sin dejar a nadie atrás, no habiendo nada por lo que pelear y mucho por construir, con el goce y el disfrute de convivir en una existencia armónica llena de matices y oportunidad, abriendo nuevos caminos, expandiendo las fronteras y explorando nuevos mundos como verdaderos Seres Humanos, como la vida consciente del universo.

Ángel Hidalgo