Ante
la inmensidad del universo este planeta viene a ser como una mota de
polvo suspendida en el espacio, algo minúsculo e insignificante si
atendemos a su tamaño y proporción dentro incluso de la galaxia,
pero vista más de cerca es una joya en orden a su posición,
naturaleza y diversidad, un planeta cuyas condiciones de vida tan
variadas y multifacéticas resultan difíciles de igualar.
En
verdad que, como nave y hábitat para el desenvolvimiento de la vida,
lo podríamos comparar con una preciosa esfera azul que acoge y
contiene una gran reserva multiespecies que evolucionan y cohabitan
entre sí. Y en ella se encuentra el ser humano, supuesto guardián
del planeta y representante de la especie más evolucionada que
alberga la consciencia, dudoso honor y responsabilidad que aún hoy
tiene la gloria de ostentar, aunque pocas veces de merecer.
Hay
quienes piensan que el ser humano es así y que la historia está
llena de ejemplos de su maldad, de su afán conquistador y dominante,
de su naturaleza belicosa, ambiciosa y competitiva; pero lo cierto es
que esa no es su naturaleza, sino que un sistema perverso y
manipulador se ha encargado de establecer e inculcar desde su
nacimiento unos cánones o patrones perniciosos para deformar y
reconfigurar una existencia alejada de lo natural y controlada por
unas élites ¿Pero qué se puede esperar de quienes no son humanos
sino oscuras entidades que nos usan como esclavos productivos, como
soldados y carne de cañón, como ganado que conducen al matadero?
El
ser humano fue creado para la gloria, para manifestar la luz de su
consciencia y como avatar del espíritu de su Ser. En su naturaleza
original y primigenia, si tuviera la tierra fértil del genuino Amor
y el abono del verdadero conocimiento, no cabe duda que convertiría
todo cuanto toca en un paraíso de abundancia y prosperidad, con la
ayuda mutua, con la empatía con su prójimo, con la cooperación en
armonía y unión.
El
ser humano fue creado para la grandeza de la Creación. Solo debe
negar la sombra que lo envuelve y somete no escuchando sus mentiras,
pero se dejo seducir por oscuras entidades con sutiles
manipulaciones, se olvidó de su herencia y persiguió las ilusiones
cual hijo pródigo que abandona su hogar. Ese fue su único pecado,
no reclamar su derecho divino y dejarse embaucar. Pero en su
interior, aún habita el germen de su gloriosa esencia, de su
naturaleza divina y su potencial creador, pues la oscuridad tiene un
límite fijado más allá del cual no puede pasar, porque no le será
permitido. Y la luz se abre paso sin cesar en cada corazón y en cada
estrella, con cada latido y respiración... Y
llegará el Gran Evento.
Y
este
tiempo
pasará, como pasa la tormenta, como pasan las nubes grises que
impiden ver el sol,
como pasa la noche oscura cuando
despunta el alba, como pasan las pesadillas cuando canta el gallo del
despertar... Pero este tiempo pasará.
Atrás
quedarán las guerras, los engaños, robos y mentiras, el abuso, el
maltrato y la manipulación. En el nuevo cielo resplandecerá la
Verdad que se abrirá paso en nuestros corazones como una llama que
todo lo consume. El cristal del entendimiento se limpiará para
reflejar el conocimiento del pasado y la gloria del futuro construida
en el presente, y una suave brisa se alzará anunciando el espíritu
manifestado.
El
control de miles de años caerá en un suspiro, como un castillo de
naipes, como la torre fulminada por el rayo. Y en poco tiempo la
Humanidad se levantará para asumir con responsabilidad su propósito
y misión como depositarios de la Consciencia del SER, guardianes de
Gea y protectores de la Vida.
Y
el Humano quedará frente a su Humanidad. Y los recursos serán
compartidos por todos sin dejar a nadie atrás, no habiendo nada por
lo que pelear y mucho por construir, con el goce y el disfrute de
convivir en una existencia armónica llena de matices y oportunidad,
abriendo nuevos caminos, expandiendo las fronteras y explorando
nuevos mundos como verdaderos Seres Humanos, como la vida consciente
del universo.
Ángel
Hidalgo