Ha
llegado el momento de que nos ocupemos de lo que serán los
fundamentos y principios básicos de la Nueva Humanidad, pues aunque
no sepamos a ciencia cierta el cómo ni el cuándo acontecerá, si
sabemos el porqué, y el cambio llegará porque así está escrito,
porque la Humanidad del futuro tuvo su continuidad en la Línea 42,
porque el futuro existe y ya pasó. Solo tenemos que recordar ese
futuro que nos pertenece y tomar las decisiones apropiadas que nos
llevaron allí, descubriendo así el cómo y el cuándo, pues esas
decisiones nos llevarán a las acciones justas y correctas, tanto en
lo individual como en lo colectivo, que serán las promotoras de los
acontecimientos que la traerán a manifestación.
Los
principios y fundamentos de la Nueva Humanidad son muy claros y no
pueden ser otros que los valores más elevados del ser humano, desde
donde se construye unas nuevas normas de convivencia y organización
basadas en el respeto, la consideración, la equidad, la paz y la
abundancia; pero también en la responsabilidad, la coherencia, la
acción justa, la unión y el bien común que prevalece antes que el
bien particular, pues si algo debe distinguir a un Ser Humano no es
su egoísmo e interés particular, sino su empatía, su solidaridad y
su generosidad en procurar el bienestar común, antes incluso que el
suyo propio.
Es
por ello que uno de los principios fundamentales de la Nueva
Humanidad estará sostenido por el respeto mutuo y la consideración
hacia el prójimo, lo que posibilitará una convivencia armónica, el
gusto por compartir y el reparto equitativo de las riquezas. Cuando
todos participan de lo que hay, de lo que se produce y se distribuye
equitativamente en la comunidad, cuando todos colaboran con lo que
tienen y poseen en beneficio de todos, la competición no tiene
ningún sentido, ni querer acaparar más de lo necesario para vivir,
ni se afanan por conseguir bienes, ni compiten por tener más. Nadie
poseerá privilegios especiales, ni se perseguirán prebendas y
protagonismos, no harán falta títulos ni escrituras de propiedad,
ni certificados, ni mil acreditaciones más que solo sirven para
separar, para el ánimo de lucro y para conseguir privilegios de unos
sobre otros.
No
habrá pobres y ricos, ni clases sociales, sino Humanos todos, construyendo juntos y
conviviendo en un precioso planeta lleno de abundancia y prosperidad.
La conservación y custodia de la naturaleza y el medio ambiente no
será una excepción ni una excusa bonita para otros fines, sino algo
de lo que todos tendrán consciencia y por tanto cuidarán de su
biodiversidad, sabiendo que es nuestra casa-nave, nuestro hogar, el
arca que nos cobija y alimenta mientras viajamos por el espacio y su
inmensidad.
Las
guerras serán un mal recuerdo que perteneció a un pasado donde
cohabitábamos con demonios con fines de control, dominio y
supremacía. El ser humano verdadero no goza con el sufrimiento ajeno
ni se regodea haciendo daño a los demás. La paz será su bandera,
el bienestar compartido su alegría y que todos participen de la
abundancia, su estado natural.
No
serán necesarias las numerosas e interminables leyes, ni ordenanzas,
ni reglamentos, ni códigos civiles y morales, pues el ser humano se
dejará guiar por su instinto natural, por su conexión con el Todo y
la Creación, por su conservación, supervivencia y desarrollo. Así
como tendrá acceso a su espíritu e intuición que lo conecta al
Ser, y a través de éste al SER de los demás.
Una
Nueva Humanidad donde todos y cada uno se harán responsables de sí
mismo, donde primará la coherencia y la verdad contenida en su
corazón y expresada en pensamiento, palabra y obra; sin engaños,
sin mentiras, siendo justos consigo mismo y los demás, sin
menospreciar a nadie ni dejando atrás a desvalidos y menesterosos,
sino promoviendo una Humanidad verdadera que camina unida en valores,
conocimiento y expansión.
¿Cuáles
son entonces esos principios y fundamentos de la Nueva Humanidad? Sin
duda alguna serán sus propias virtudes que son inherentes a la
condición Humana, pero amplificadas por la Consciencia expandida,
sabiendo quiénes son en realidad, de dónde vienen y a dónde van,
conscientes del lugar que ocupan, de su propósito y finalidad, como
expresión de la Vida Consciente de la Creación.
Ángel
Hidalgo
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