Obviamente,
el colectivo es una extensión del individuo, así como la humanidad
lo es también del ser humano. A muchos les gustaría que la sociedad
cambiara, pero la sociedad está formada por la suma de las parte que
la componen, que somos todos y cada uno de nosotros. Pensamos que la
sociedad es la que nos hace ser como somos, por la educación, por la
cultura, por las creencias, las costumbres y tradiciones... y hasta
cierto punto es así, siempre y cuando adoptemos de forma mecánica e
inconsciente los arquetipos que la forman y el sistema reinante. Pero
siempre tenemos margen de maniobra para elegir, pues en última
instancia somos nosotros como individuos los que decidimos lo que
hacemos o dejamos de hacer.
No
digo que seamos completamente libres, ya que esta cualidad implicaría
poder hacer cualquier cosa conociendo todas las posibilidades y con
total consciencia, pero sí tenemos la capacidad de, primero,
cuestionar lo que hay, y segundo, elegir si hacer o no hacer lo que
nos dicen aunque sea lo que haga la mayoría. Y no solo tenemos esa
posibilidad de elección, sino también la de hacer lo que podamos
para cambiar las cosas.
El
sistema debe estar al servicio del individuo y no al revés. Si una
cosa sirve y nos hace prosperar, se mantiene y protege, pero si algo
nos limita, nos aprisiona y perjudica, simplemente no sirve, y por
tanto, se debe cambiar. Todo cambio empieza por el individuo, y si
tiene la suficiente fuerza, apoyo y respaldo, termina extendiéndose,
trasladándose a todo el colectivo una vez alcanzada la proverbial
masa crítica. Esto se entiende perfectamente, sin embargo a la hora
de la verdad resulta muy difícil de aplicar, pues nos contentamos
diciendo que nos gustaría que las cosas cambiaran, que estamos de
acuerdo o no con esto o con aquello, que ojalá alguien haga algo...
pero muy pocos son los que verdaderamente accionan al respecto y se
convierten en precursores de dicho cambio.
Indudablemente
no solo vale estar de acuerdo o no con una idea, pensar no nos
compromete y hablar cuesta poco, pero accionar en consciencia y ser
consecuente con lo que se piensa y dice, cuesta más. No todos están
dispuestos a ser coherentes y responsables para llegar hasta las
últimas consecuencia y como dice la máxima: “Para pasar del dicho
al hecho, siempre hay un trecho”. No obstante, la única forma de
cambiar algo es llevar a la acción lo que se piensa y siente. En la
mente cualquier idea puede parecer fácil y sencilla, pero para que
se plasme en lo físico necesita de la acción y finalmente de su
correcta ejecución.
Hacer
las mismas cosas nos lleva al mismo resultado, el cambio requiere de
nuevas acciones. Al principio puede parecer difícil, pues hay que
vencer la fuerza de la inercia que nos induce a seguir repitiendo lo
mismo, vencer esa resistencia o fuerza de fricción que impide
impulsar un nuevo movimiento. Pero luego, una vez conseguida la
acción, solo necesita de una constancia para ser mantenida, ya que
termina siendo incorporada como algo natural. Es más difícil mover
una roca en estado de reposo, instalada, que mantenerla en movimiento
una vez conseguido que se mueva.
La
Nueva Humanidad no surgirá del conformismo, sino del arrojo y la
acción de individuos que toman su responsabilidad actuando en
consciencia. La Nueva Humanidad no surgirá del desencanto pasivo que
sigue haciendo lo mismo que hacen los demás, sino del Humano
consciente y libre que lucha por sus ideales y consigue romper sus
cadenas. La Nueva Humanidad no surgirá de amorosas intenciones que
se queda en buenos pensamientos y bonitas palabras, sino en la
práctica y ejecución de sus más altos principios plasmados en
actos.
El
Humano con mayúsculas no será aquel que solo piensa en su interés
y se desvive por cumplir sus deseos, sino el que actúa con
consideración a su prójimo y se ocupa en cubrir las necesidades. No
será quien mire únicamente por su propio bien y beneficio, sino
quien anteponga el bien común al suyo propio y personal. Ni será el
que todo lo acepta y acata, sino el que de forma continua revisa,
comparte y mejora.
Cada
individuo, cada humano que no se conforma y somete, sino que se
cuestiona, se esfuerza y mejora a sí mismo y su entorno, es un paso
ganado a la inconsciencia que se convierte en referente y faro de
otros. Son los individuos los que forman el todo, es la suma de las
partes las que suben el piso cuando van ganando con sus acciones
terreno a la inconsciencia. Y no se debe subestimar cada paso dado
como insignificante o que sea en balde, pues todo suma y revierte en
el conjunto para alcanzar la masa crítica que deparará en la Nueva
Humanidad. ¿Quién puede decir si acabar con una mentira o un simple
acto ejecutado con generosidad y consciencia no será el detonante
que pondrá en marcha las acciones en cadena que lo cambie todo?
Ángel
Hidalgo
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