14 enero 2018

CONCILIACIÓN


Está claro que nos gusta y atrae los temas superlativos, de gobiernos mundiales en la sombra, de iluminatis y sociedades secretas de dominación, de proyectos científicos ocultos y vanguardistas, de grandes manipulaciones mediáticas y sistemas de control, destacando también los temas de contactos extraterrestes, civilizaciones perdidas y cultos de poder. Y está bien, forma parte de la expansión de consciencia para comprender la realidad en que vivimos, solo que solemos olvidar lo más cercano, lo que está aquí y ahora, lo más inmediato de nuestra existencia, como es el diario vivir y nuestras relaciones con los demás.

Así, a veces, terminamos hablando de grandes misterios sin resolver, opinando del sexo de los ángeles, atentos a cualquier nueva noticia o información y pegados a internet, mientras nuestro mundo cercano y de relaciones se desmorona, a menudo por falta de atención y cuidados. De manera que no es difícil ver como pareja, hijos, familiares y amigos, nos miran como “marcianos” que viven en otro planeta. Claro, luego es fácil decir que no nos comprenden, que no pueden ver lo que nosotros vemos, que nos toman por locos porque tenemos más información y sentimos diferente, etc, etc. Pero tal vez debiéramos contemplar la posibilidad de que seamos nosotros quienes nos hemos alejado de ellos por no saber conciliar el conocimiento con nuestra vida privada y personal.

¿De qué nos sirve tener mucha información y estar a la última si no sabemos ocuparnos de nuestros asuntos y tratar a quienes nos rodean? ¿Tanta desafección tenemos con nuestro entorno que solo nos interesa lo que pasa en la red? ¿Es más importante lo que ocurre a nivel global que lo que está pasando ahora en nuestro entorno más cercano? ¿No es todo parte de lo mismo pero no lo queremos ver?

Estamos de acuerdo que todos los casos no son iguales y que cada cual debe tomar sus propias decisiones en base a sus circunstancias particulares, siendo responsabilidad de cada uno. Pero es bueno contemplar que, en ocasiones, volcamos nuestra energía en asuntos llamados “trascendentales” y descuidamos nuestra propia existencia personal, afectando con ello a los que tenemos más cercanos, aquellos que la propia Vida puso a nuestro lado.

En este espacio matricial convivimos seres de muy variada condición, educación, conocimiento y expansión de consciencia, pero todos debiéramos aprender unos de otros, entendernos y ayudarnos en la medida de lo posible, pues no olvidemos que cada cual está peleando su batalla, tan difícil como la tuya.

Únicamente desde el orgullo se puede pretender la perfección de quien tiene a su lado, cuando él mismo está muy lejos de poderla expresar. Nadie puede ni debe cambiar a nadie, cada uno tiene sus propias batallas, su experiencia, su aprendizaje y su ritmo, no caigamos en el error de querer que los demás sean como nosotros, ni nosotros como ellos, porque ahí reside la grandeza de la libertad, en dejar Ser. Antes bien, debemos intentar comprendernos, apoyarnos, ayudarnos a superar las dificultades y encontrar el espacio para aprender juntos a ser mejores.

La diferencia entre alguien optimista y alguien deprimido es que el optimista está agradecido por lo que tiene, y el deprimido está preocupado por lo que le falta. El problema es saber conjugar el mundo exterior con el mundo interior para que exista un equilibrio que no decante la balanza y nos lleve a los extremos, pues tiene poco sentido pretender resolver los misterios del universo cuando no sabemos ni conducirnos en nuestra propia vida cotidiana.

Es bueno estar atentos a lo que recibimos de los demás, no para pensar que merecemos más, sino para ver la medida de lo que emitimos, ya que el universo actúa como reflejo de aquello que damos; así que si no te gusta lo que recibes, tal vez debieras plantearte cambiar lo que emites.

Conviene recordar que siempre tendrás dos caminos a escoger, uno corto y fácil donde verás pronto los beneficios, y otro largo y difícil donde los resultados se harán esperar. En el primero mentir es una rutina, la traición moneda corriente y la hipocresía el ropaje diario, pero sus frutos se pudrirán pronto. En el segundo la sinceridad es el principio, la honestidad la norma y la verdad el propósito, y sus frutos serán eternos.

Una existencia dichosa, que te hace feliz, que merece ser vivida, es la que hace de pequeños instantes cotidianos grandes momentos... y en ellos te reconocerás como Humano.

Ángel Hidalgo



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