05 enero 2018

ENERGÍA Y TRANSFORMACIÓN


En el universo todo funciona en base a energías. Todo lo que conocemos está formado de energías en diferentes vibraciones o frecuencias y existe continuamente un intercambio o interacción energética entre las partes. Es un hecho fácilmente comprobable que cuando entramos en contacto con otras personas, éstas pueden subir o bajar nuestra energía, según la calidad de sus pensamientos, palabras y obras, al igual que nosotros también podemos contribuir a mejorar o empeorar la energía de los demás.

El propio entorno que nos envuelve puede cambiar nuestra energía, pues cada medio o lugar está impregnado de su propia energía que lo envuelve. No es lo mismo adentrarnos en un cementerio o en un hospital lleno de enfermos, que hacerlo en una fiesta de cumpleaños o en un entorno natural lleno de árboles, pájaros y ríos de aguas cristalinas.

La energía destilada por nuestro propios pensamientos y emociones cambia según la calidad de los mismos. Cuando tenemos un buen estado interior de equilibrio y armonía, todo nos parece que está bien, hay claridad de pensamiento, serenidad, optimismo y todo fluye de forma natural aflorando lo mejor de nosotros. En cambio, cuando estamos en un estado interior de baja calidad energética, no vemos las cosas claras, hay desesperanza, confusión, nos sentimos perdidos y somos presa de la tristeza, del pesimismo y de los miedos, proyectando esa baja energía en los demás.

La energía se transmite de unos a otros, pues no hay manera de permanecer ajenos al entorno en que vivimos y tarde o temprano hay que lidiar con ello. Cada persona destila su propia energía fruto de sus pensamientos, emociones y actos que se generan a través de su experiencia y la forma en que ésta le condiciona, tanto en sus victorias como en sus derrotas, en su aceptación o su rechazo, tanto en su impacto mal procesado como en su aprendizaje correctamente procesado como forma de superación, pues la experiencia es solo un medio, lo que hacemos con ella es nuestra lección y elección.

Del mismo modo, cada barrio, cada pueblo o ciudad, cada región o nación, es contenedor y destila su propia energía compuesto por la suma de las partes que lo componen. Igual que cada grupo, comunidad, ideología, religión o corriente filosófica, que ha creado su propio centro de gravedad energético a través del cual gira y mueve sus propias energías, distinguiéndose de cualquier otra.

Las élites que gobiernan y controlan este planeta no están interesadas en la mejora de la humanidad sino que procuran mantener al pueblo con energías de baja calidad, aunque digan trabajar por el bienestar de la mayoría. Por ello ocultan las nueva tecnologías y el conocimiento liberador que llevarían al mundo a un entorno de energías de más alta calidad, porque significaría la pérdida de sus privilegios y supremacía, la pérdida de su poder.

En un entorno de conocimiento al alcance de todos y de la tecnología oculta que nos libere del trabajo-esclavo, la humanidad daría un salto evolutivo sin precedentes, el entorno energético produciría Humanos de alta calidad, igual que un estado saludable del cuerpo crea y mantiene células saludables. Pues demostrado está que células enfermas terminan sanando si se trasladan a un entorno o medio adecuado y saludable.

Todo es cuestión de energía y de consciencia. Dependiendo de la calidad del producto utilizado (energía) dará lugar a un resultado distinto. Una baja calidad de energía utilizada dará pobres resultados y una energía de alta calidad producirá los mejores resultados. El problema es que el entorno o medio en que nos desenvolvemos no favorece la propia evolución de la consciencia, sino que la somete a la inconsciencia, a la fragmentación y a la competencia despiadada.

Aún así, todo puede ser encontrado para el que quiere ver, ya que el conocimiento y la energía pueden ocultarse pero no eliminarse, pues como es sabido la energía no se crea ni se destruye, solo se transforma. La solución pasa entonces por generar nuestra propia energía y consciencia procesando productos de alta calidad Humana para que, por contagio y propagación, se extienda al propio sistema alcanzando la masa crítica necesaria, cuando la suma de consciencia, integración y cooperación produzca la inevitable transformación.

Ángel Hidalgo



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