27 enero 2018

EL EGO ILUMINADO


Solemos pensar que la fascinación se da con el mundo que nos rodea, cuando nos identificamos con el exterior, como en un partido de fútbol, en un concierto de música, delante de un televisor, o en una discusión acalorada, donde nuestra atención queda prendada del objeto olvidándonos de nosotros mismos. Sin embargo, existe otro tipo de fascinación más sutil y menos reconocible, como es la fascinación con uno mismo, con la propia información y el conocimiento adquirido.

Igual que ocurre cuando alguien ha estudiado una carrera y se cree poseedor de un conocimiento propio en el que basa su seguridad y su prestigio, aunque no la haya practicado, mirando a menudo por encima del hombro a los demás; así también ocurre con aquel que se da a la tarea de leer mucho sobre auto-conocimiento, conspiraciones y manipulación de la realidad. Son muchos los que se llaman a sí mismo "despiertos" por el hecho de haber leído, admitido y aceptado la gran manipulación que nos rodea. Entonces piensan que han despertado, que ya nadie los engaña, que están al tanto de todo. Pero cabría preguntarse ¿qué ha cambiado en realidad?...

Es fácil caer en el campo de las teorías y la intelectualización de la información, creyendo que por estar al tanto de ciertos conocimientos, generalmente revelados por otros, ya forman parte de nosotros, cuando en realidad tan solo lo hemos incorporado a nivel teórico y de creencias, mientras no exista un trabajo de comprensión, de asimilación, de experiencia e integración para que se convierta en consciencia propia. El problema es manifiesto, pues no todos se toman en serio el trabajo de integración, contentándose la mayoría de las veces con la información meramente teórica y descriptiva, la cual se acepta sin más o a lo sumo decimos que "nos resuena", como si con ello estuviera todo dicho y hecho.

Cuando esto ocurre, es fácil encontrarnos con un ego iluminado, es decir, alguien que ha adquirido mucha información de tipo no convencional pero sin el necesario trabajo de consciencia, lo que le produce la ilusión de estar por encima de los demás, de estar más despierto, cuando lo único que manifiesta es un enorme ego que se siente superior porque cree saber ciertas cosas que los demás ignoran; pero eso sí, un ego refinado, condescendiente, con la aureola de un sabio y una arrogancia contenida, pues bastaría pinchar en algunos puntos claves para que el globo, lleno de aire, reventara.

La consciencia no se basa únicamente en los conocimientos del mundo que nos rodea, sino en el auto-conocimiento y conciencia de sí mismo, en la unificación de su ego y en la práctica de lo aprendido. Y se refleja en sus actos que lo mueve a actuar como un verdadero Ser Humano, con respeto y consideración a sus semejantes, haciéndose cargo de sus decisiones y responsabilizándose de su existencia con la coherencia del que dice y hace lo mismo que piensa.

Aquel que más sabe es el que se ha dado cuenta de que apenas sabe nada, siendo esta humildad natural la que le inmuniza contra la arrogancia y la soberbia del ego iluminado. La dificultad de escuchar a los demás y de saber confrontar la información de que se dispone termina acabando en fanatismo, pues acaba defendiendo sus ideas y sus creencias por encima de todo, ya que el ego sabelotodo pocas veces admite estar equivocado, debido a su arrogancia y su asumida pero ficticia iluminación.

Mientras no accedamos a la Consciencia del Ser y ésta se haga cargo de su vehículo físico, lo único a lo que podemos aspirar es a seguir expandiendo nuestra consciencia para que algún día sea digna de manifestar al Ser, mediante la cristalización de un Espíritu propio y la integración del ego al servicio de éste. Todo lo demás son fantasías, suposiciones y creencias, conocimientos tomados de otros, que aprovechan los yoes para camuflarse en la ilusión del iluminismo, de hacernos creer en una falsa luz.

Es cien veces más fácil que se ilumine un ignorante que reconoce su ignorancia a que el ego iluminado suelte las ilusiones a las que se aferra por auto-engaño.

Ángel Hidalgo



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